Traducí mis textos


Temblaba por el encontronazo por primera vez con la realidad.
Tantos años pensando en ella con miedo, tantas noches huyendo de ella; no podía ni hablar ni reaccionar, y si lo hubiese podido hacer ahora quizás estuviera disfrutando del verano a la orilla de un río cazando mariposas.
Salió a la calle y un aire cargado le apagó el color rojizo y cálido de sus mejillas, que ahora se veían blancas y delgadas. La gente corría con una cara tan gris como el día, que se dejaba ver recelosamente entre los edificios de un color semejante.
Lo extraño era que la gente ya no corría por diversión, ni para atrapar algo, ni para llegar pronto a un barco que los llevaría a lugares de ensueño. No corrían como lo hacía él, sino que se apresuraban para poder llegar a tiempo a una triste oficina donde pasarían muchas horas gritándose unos a otros, hablando por grises teléfonos, bebiendo café frío y observando el reloj con mal humor y odio, como si el pobre reloj tuviera la culpa de la lentitud del tiempo.