Traducí mis textos

Hoy es hoy, y el hoy tal cual como es, no nos permite más que añorar ese pasado que yace, inexistente, sobre nuestros hombros. Grandes cruzadas de hallazgos inhibidos, pérdidas sofocadoras de otras tantas cosas buenas que nos trae la vida. Quizá sí fue un sueño el haber dormido entre tus piernas al compás de un viejo vals. Las cosas que vamos perdiendo, de forma implacable, se vuelven aquellas cosas que tememos reencontrar en otra vida.
Seamos sirenas nadando hacia la corriente. Veámonos de vez en cuando bajo algún farolito Santelmoiano, dame muchos besos que me quepan en las caderas. Enamorate de mí sin quererlo. Fuguémonos hacia las estrellas.


Sólo la vi una vez (que a duras penas una mirada nos encontró), sólo hablamos dos veces (que no fue cara a cara) le dí mis mejores versos, y no de los inventados, para ver si quería acercarse a mi universo, un poquito. No sé si fue el acercarse de la primavera, esa canción sin sentido que no para de sonar y gustarme, o unos ojos con forma  de sirena o de tigre lo que me hicieron querer acercarme, escucharla, besarla. Tres segundos después (cuando ya anticipaba su huida)  se alejó. Tenía miedo de quererme. Y bueno, creo, que mejor así, voy a poder no pensarla, olvidarla, porque sin dudas no me gustan los tigres entre rejas. Ojalá que la mujer de tus sueños no aparezca en los míos. Los lobos enjaulados me traen pesadillas.

Por alguna razón sabía que si bien hay cosas que no hace falta comprobar, hay muchas otras que se sienten y no hace falta nada más. Punto. Por alguna otra razón, no conozco mas de dos opciones, o tres:o ponerle fin, o que empiece a volar,o ambas a la vez. A las mitades les falta algo, confunden,temen, se caen. El todo por el todo, siempre. Y sino qué?
Yo te voy a eternizar el corazón, te lo prometo.
Yo creo en todos los dioses, excepto en uno, uno que solo aparece en verano, los días de luna, cuando el mar se oye más cerca. Un Dios que existe cuando vuelve a mi cabeza su voz, en esas noches en las cuales ni siquiera una ínfima parte de mi cuerpo quiere tenerla cerca. No creo en él porque desvivió mi vida como quiso, como mejor supo, como más fuerte aprendió a golpear. Su figura de mujer enamorada aún resuena en  mí y no se quita con nada, ni aún intentando dormir sobre su lado de la cama. Creo en todos los dioses, pero más en uno, aquel que todavía no aparece porque no llega el invierno, aún no hay días grises, el mar se sigue oyendo cerca. Creo en él porque espero que traiga a mí canciones nuevas, que me ayuden a dormir abrazándolo en la cama, sintiendo que vive mi vida conmigo.

Tiradas sobre las sábanas, como un presagio de una antigua conexión ancestral.  Me estaba contando de algunos de sus recuerdos, del dolor, del dolor mismo, del porqué del canto de los pájaros en la oscuridad de los departamentos, y lo contaba entre tantas sensaciones que sus ojos se habían llenado de lluvia.  No se por qué no pude entender si se iba a largar a llorar de tristeza o de pasión, porque no conocía a mujeres tristes, y mucho menos a aquellas que llevan sus pasiones como una flor entre los cabellos.
Al rato, terminó su copa, se levantó, se vistió y fue al baño y ya nunca más la vi. Sonaba algo de jazz en las alcantarillas, pero esa sería ya otra historia.
-Imagínate que si es horrible imaginarte lejana, más horrible es no imaginarte - me lo dije a mí misma, porque hasta llegué a pensar que ella en realidad nunca fue "ella", que era yo vestida de una u otra y que había compartido horas con la nada y el recuerdo de muchas mujeres acobijadas en mi cama.
Pero algo era de ella. Algo realmente llevaba su nombre, alguna foto distraída había salido disparada de mis bocetos. Había un corazón entre sus manos y una luna almíbar entre sus ojos. Y le pregunto, me pregunto, la suspiro, me hago un mundo, la reconozco, porque si bien el viento es viento, yo era suya.
A veces todavía creo en las historias de película.
Error. No existen, no son, no hay amores que duren primaveras florecientes y no dejen sinsabores en las persianas.
A bailar, mujer. Vamos, ya sabemos la verdad , fuimos hechos para huir. No soy una extraña, conozco tus labios y tu orgullo. Sé que te fuiste y que no vas a volver pero espero que escuches esto y vuelvas. O no lo hagas, pero pensá en mí. Pensá en mí y en que si hicimos el amor por horas fue porque existía algo, que ya no sé qué es.
Sécate los días, las horas, y caminemos de la mano, por Corrientes, que seguro tiene algo para contarnos.
Creo que pronto voy a presagiar qué estación te identifica.
Y seguro ya no va a servir para nada.
A veces lo sabios no enseñan a besar. Se quedan sentados sobre el Sol y simplemente te miran. Los que siempre se enamoran no los pueden ver, entonces son ellos quienes detrás de los edificios salen a correr a otros menos enamorados que los primeros, y así hasta que vuelve la noche y los sabios se acuestan sobre las  cúspides de las iglesias.