Traducí mis textos

Defendería tu soledad si estuviésemos a punto de ser relámpago. El relámpago es luz y no es sonido porque sabe enmudecer a tiempo, claro que no podríamos imitarlo. El relámpago sabe escurrirse tras las persianas de las grandes casonas que rodean el mísero espacio que guardas para tus valijas y tus recuerdos, él sabe que no puede tocarte, que no buscás ser tocada por lo que queda de la vaga tormenta. A veces ( cuando a veces se refiere a esos momentos en los que querés ser feliz, y tu felicidad me incluye al menos en las fotografías blanquiazules que colgás en los portones de las Iglesias para que las mujeres entiendan que son mujeres y no vírgenes) trato de pensarnos bajo el relámpago. Imagino sus partículas de electricidad incandescente descendiendo por tu pelo y ahogándome hasta morir abrazada a tus zapatos. ¿Es necesario que llegue ese momento, o vas a poder brindarme tu cuerpo unas noches antes de que vuelva a llover? Voy a esperarte en esa esquina que ni Buenos Aires sabe acariciar, que fue nuestra por diez minutos antes de que me dijeses que "la vida no siempre nos deja respirar en paz" y te fuiste. Fue una noche bajo el mismo paraguas porque creíste que al verme desprovista de uno un relámpago me alcanzaría. Pero me alcanzaste vos primera, y me dejaste desprotegida cuando decidiste que ya estaba por salir el sol.